Adolfo Bioy Casares

Yo escribí para que me quisieran; en parte para sobornar y, también en parte, para ser víctima de un modo interesante; para levantar un monumento a mi dolor y para convertirlo, por medio de la escritura, en un reclamo persuasivo. Todo eso precedió a los pésimos libros publicados, que fueron seis, además de cuatro o cinco novelas inconclusas. (…) Para un verdadero escritor escribir significa escribir bien, y escribir bien significa lo mejor que puede; y lo que se hace del mejor modo posible exige esfuerzo. No necesito aclararles que al decir “escribir” me refiero al sinnúmero de cuestiones que reclaman, simultáneamente a veces, la atención del escritor: desde las circunstancias de la escritura hasta el argumento y los personajes (en los relatos), pasando por la veracidad, la claridad, la amenidad, la precisión (desprovista de pedantería), la perspicacia, el buen sentido (sin caer en lo obvio), etcétera. No voy a negar que escribimos con gusto (a lo que agregaría “y que yo estoy dispuesto a sacrificar muchas cosas, sobre todo compromisos, con tal de seguir escribiendo”).

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