Franz Kafka

"Esta historia de La condena la he escrito de un solo tirón en la noche del 22 al 23, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Me costó mucho trabajo sacar mis piernas tiesas de tanto estar sentado debajo del escritorio. Ese terrible esfuerzo y la alegría de ver cómo la historia iba desarrollándose ante mí, cómo iba avanzando sobre las aguas. Varias veces en esta noche mis espaldas cargaron con mi peso. Cómo pueden decirse todas las cosas, cómo para todo, para las más extrañas ocurrencias, hay dispuesto un enorme fuego, en el cual se consumen y renacen. Tras la ventana se hizo el azul. Pasó un coche. Dos hombres cruzaron el puente. A las dos consulté por última vez el reloj. Cuando la criada pasó por primera vez por la antesala, escribí la última frase. Apagué la lámpara; luz diurna. Esos débiles dolores de corazón. Ese cansancio que desapareció mediada la noche. Mi trémula entrada en la alcoba de las hermanas. Lectura en voz alta. Antes, el estirarse ante la criada y decir: "He escrito hasta en la historia sólo vive a través de la relación con el amigo, esto es, con el elemento común, y que debido a la ausencia de boda no puede integrarse en los lazos de sangre que enmarcan a padre e hijo, esa huyentada con facilidad por el padre. Todo lo común se alza en torno al padre...".
11 de febrero de 1913
Diarios.

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