El porvenir depende de
cada uno de nosotros: es un acto de fe; ¿qué otra cosa queda aparte de leer?;
la ceguera me impide leer, pero sigo escribiendo, o mejor dicho, dictando mis
sueños; sé que si soy fiel a mis sueños soy un hombre ético. Cuando escribo no
me gusta lo que hago, pero si no lo escribo me siento culpable. Es como una
falta de lealtad.
Para mí, la ética es una
de las cosas más importantes, sobre todo en mi caso, el caso de un soñador que
debe ser fiel, quizá no a sus ideas –las ideas no tienen importancia- sino a
sus sueños. Debe soñar sinceramente: la literatura es como un sueño dirigido.
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